5 de mayo 2002 / may 5, 2002

Spanish
y después, entrar en la noche oscura del alma,
como si el cuerpo se fuera hacia la izquierda en
una maniobra insólita y cambiara el punto de vista
para llegar al lugar donde estuve con mis padres,
ya muertos los dos, o tal vez sólo mi padre para
que la nitidez del sueño sea más soportable, y allí
los tres tomando el té al aire libre en la única mesa
del bar, como si hubiera mar o río a lo lejos, y un
viento fuerte se levanta y no queremos dejar la
mesa, pero tan fuerte es el viento que todo se lo
lleva en su ambición, embarullando en forma tan
violenta la cadena de dendritas que el rezo se
presenta en un idioma sobrepuesto a la estructura
circular del rosario y su ciclo de décimas y dedos
y cuentas, para hablar de la madre, del padre y del
hijo con la nitidez del cuerpo que se reduce al
silabeo, a la variedad de voces sincopadas, a
rimas, ronroneos y rezumos que salen de las
células en hilos de sonidos; y la cabeza con su
miedo a ser de arcilla y no de palo o de cemento
endurecido disuelve con palabras lo que no se
acomoda como el agua a los obstáculos, y se rinde
sin que eso signifique darse por vencida o
resignarse; y la batalla es tan a flor de piel que
todo lo confunde y lo anega con su odio o su
tristeza, porque es tan linda la noche que no
podemos abandonarla aún cuando la luz
del día sea más implacable

— Lila Zemborain, Rasgado
(Buenos Aires: Tsé-Tsé, 2006)
REPRINTED WITH THE AUTHOR’S PERMISSION

English
and then, entering the dark night of the soul,
as if the body moved to the left
in an unusual shift and changed point of view
to arrive where I was with my parents,
both of them dead, or maybe just my father to
make the sharpness of the dream more bearable, and there
all three of us drinking tea outside at the only table
in the bar, as if the sea or a river were in the distance, and
a strong wind rises and we don’t want to leave
the table, but the wind is so strong that it takes everything
away in its arrogance, confusing
so violently the chain of dendrites that prayer
superimposes over the circular
structure of the rosary and its cycle of decades and fingers
and beads, to speak of the mother, the father, and
the son with the sharpness of the body reduced
to syllables, to a variety of syncopated voices,
to rhymes, purrs and sweat that emerge from
cells in threads of sound; and the head
afraid of being made of clay and not wood or hardened
cement dissolving with words what doesn’t
move like water around obstacles, and surrendering
without giving up or resigning;
and the battle puts the heart on one’s skin so that
everything is confused and flooded with hatred or
sadness, because night is so nice that
we cannot abandon it even when daylight
becomes more and more ruthless

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